UN ACTOR CON PINTA DE MONTAÑERO
Por Manuel Tiberio Bermúdez
Uno lo puede ver caminando las calles de Trujillo, Valle del Cauca, su
pueblo, como un paisano más, sin ínfulas de actor, sin petulancia, aunque
podría tenerla pues ha participado en varias series de televisión y en unas
cuantas películas. Es decir, es actor y de los buenos, sí señor.
Se llama Héctor Fabio Paredes González. Su infancia y juventud
transcurrieron en Trujillo, y aunque fue feliz, recuerda que tuvo algunas
privaciones.
Sus padres se separaron, su madre volvió a conseguir compañero «un hombre
bueno que me crió, me educó y me enseñó a trabajar, a respetar a los demás, a
ser la persona que hoy soy».
Nos fuimos a vivir a una finca —rememora— y para estudiar en el pueblo me
tocaba caminar dos horas. Estudié con mucho esfuerzo, pero logré terminar. No
soy profesional, pero adquirí la formación necesaria para caminar la vida.
Sobre lo que llaman vena artística señala: «Creo que nací con ella
incorporada pues ninguna de las personas de la familia tenía dotes artísticas.
En la casa me llaman “el loco” ya que por mi quehacer como artista dicen “Y ese
loco de dónde salió con eso”.
Cuando estudiaba en Trujillo empecé a hacer Teatro. Había una profesora que
llamaba Gloria Colonia, a quien llevo en el corazón y siempre la recuerdo pues
ella fue quien alentó mi vocación por las artes. Yo le indicaba: “profesora voy
a hacer una obra de Teatro” y me decía: ¿qué necesita?, y conseguía lo
necesario para la puesta en escena.
Desde esa época hasta hoy he sentido que la actuación es lo mío. No he sido
protagonista, pero he participado en varias series.
Sobre su formación teatral dice: «No tengo formación académica. Soy
empírico. Más joven, con algunos amigos que también les gustaba la actuación,
decidimos hacer algunos seminarios que nos permitieran ir mejorando en el
oficio. También entre nosotros nos corregíamos. Éramos diez amigos que
empezamos solos y creo que hoy, todos trabajan en televisión.
Y a propósito; ¿Cómo llegó a la televisión?
Cuando me fui de Trujillo a prestar el servicio militar allá había un
muchacho que manejaba una cámara y era el encargado de hacer el registro de las
actividades en el Batallón.
Coincidió mi llegada con la salida de aquel muchacho y entonces nos
preguntaron que quien sabía el manejo de aquella cámara. Yo levanté la mano; dije
que yo podía hacerlo. La verdad era que yo no sabía nada de eso. No me había
dado cuenta que atrás de mi otro soldado había levantado la mano. Nos llamaron
al frente y pensé entre mí: —este me enseña—. Resulta que ese hombre tampoco
sabía nada de cámaras y estaba pensado que yo le podría enseñar.
Nos tocó pagarle al que ya iba a salir para que nos enseñara a manejar la
cámara y fue así como nos quedamos con el puesto. Al compañero, que llama Harold,
le gustaba la producción y a mí me gustaba estar frente a la cámara.
Nos asignaron la tarea de filmar todas las actividades del Batallón el
grabando y yo presentando. Cuando pasamos el primer trabajo un Mayor lo revisó
y no se ahorró, en diatribas contra nuestro trabajo.
—Esto no es un circo —gritaba. Payaso decía refiriéndose a la presentación
que yo había hecho.
Para fortuna mía pasó el comandante del Batallón y preguntó por el motivo
del enojo del Mayor.
—Si usted viera lo que hicieron este par de sinvergüenzas —respondió el
Mayor— muy seguramente con el ánimo de conseguir la aprobación de su jefe.
—Que fue lo que hicieron, permítame yo veo —dijo el comandante.
El mayor puso el casete de la grabación, y claro; salí yo haciendo la
presentación del evento que habíamos cubierto.
¡Qué verraquera muchachos, los felicito! —fue la respuesta del oficial.
Gente creativa como ustedes es que necesitamos. El mayor guardó prudente
silencio.
En este momento el muchacho que hacía cámara en aquella época es hoy el
director, actor de cine y guionista de cine colombiano Harold De Vasten cuyo
nombre real es Harold Castaño.
¿Qué fue lo primero que usted hizo en el mundo de la
televisión?
Lo primero que hice fue un cortometraje estando en el ejército. El guion
fue de Harold De Vasten y llamaba La
pasión de un combatiente. Yo era el protagonista. Creo que circuló por varios batallones de Colombia.
Cuando terminé el servicio militar yo no me retiré, continué y fui
suboficial del ejército.
Con el tiempo Harold y yo nos volvimos a encontrar y hablamos de que lo
nuestro era la actuación. Hicimos algunos talleres con actores reconocidos.
Conseguimos otro amigo que era cómplice de nuestros sueños y empezamos con él a
regar hojas de vida en las productoras en Bogotá. Nunca nos llamaron para nada.
Como a Harold le sobraba creatividad escribió un guion que se llamó Instrucciones para quebrar a un faltón. Hicimos
el cortometraje y se nos abrieron algunas puertas.
En lo primero que participe fue en una película que se hizo en Cali y que
se llama Perro come perro. Luego
estuve en la novela Amor en custodia me
dieron dos capítulos y me pagaban 150 mil pesos por capítulo. Yo tenía que
viajar desde Trujillo hasta Bogotá. Debía pagar seguridad social, es decir, la
seguridad me valía unos 92 mil pesos y el pasaje de Trujillo a Bogotá, ni hablar.
Perdí plata. Pero como era lo primero a lo que me llamaban yo tenía que hacer
sacrificios.
Haciendo ese trabajo me vio un productor de una novela que llamaba El fantasma del gran hotel y me
contrataron para 6 capítulos. Subió la tarifa de mi paga. Ya no eran los 150
mil ahora me daban por capítulo 400 mil.
— ¡Pucha, me sentía rico!
Después me fueron llamando para hacer castings pues me iban referenciando.
Como campesino que soy me siento realizado porque logre llegar a la
televisión y al cine.
Héctor Fabio dice haber participado en más de 30 producciones como Comando élite; Bloque de búsqueda; Los caines;
Helenita Vargas; Pandillas guerra y paz; Tu voz estéreo; El cartel de los sapos. En cine Héctor Fabio ha participado en Gallo de pelea una película que se hizo
en Trujillo en donde según la crítica «destacó mi actuación».
Lo más reciente hecho fue una producción que se llama Palma negra, que aún
no ha salido.
¿Cómo concilia vivir como un hombre de pueblo sabiendo
que es un actor que podría estar viviendo en la capital, por ejemplo?
Amo mi pueblo, soy muy territorial, me siento campesino. Debería estar en
otra parte, como usted señala, por las posibilidades de trabajo como actor. Pero
quiero a mi pueblo, me siento bien y tengo un manager que es quien se ocupa de
esos aspectos de trabajo.
Hoy, los actores que vivimos lejos de la capital tenemos la ventaja del
video casting que nos permite presentar un casting a distancia.
Mientras llega otra oportunidad de cine o televisión:
¿Qué hace usted en Trujillo?; mejor, ¿qué hace un actor en Trujillo?
Aquí trato de sobrevivir. Me llama mucho la atención la labor social y eso
hago, tratar de ayudar a quienes lo necesitan. Consigo remesas, ropas que me
obsequian o me envían a veces los amigos del exterior. Me voy para el campo y
les comparto mercados y ropas a personas necesitadas. Me gusta hacer ese
trabajo para que otros sean felices y tengan los básicos para vivir lo más
dignamente que sea posible. No tengo dinero. Pago arriendo y vivo como
cualquier persona de este Municipio. Alguna vez pedimos para hacerle una casa a
una persona que lo necesitaba, y la hicimos.
¿Qué espera el actor que es Héctor Fabio Paredes?
Yo me siento bien con haber llegado a la televisión. Un hombre de campo.
Espero que muchos chicos y chicas de aquí sigan mi ejemplo en lo que tiene que
ver con la actuación. Quiero que muchos de ellos se formen como actores. De hecho,
la película que se filmó aquí fue mucho lo que luche para que la hicieran aquí
en Trujillo. Lo logré y además 80 personas de mi pueblo participaron en ella.
¿Cómo lo miran las gentes de Trujillo como actor?
Lastimosamente no hay un reconocimiento. A uno lo ven como un loquito. La
gente sabe de mi oficio y se siente orgullosa de que un hijo del pueblo
participe en cine y en televisión y me dicen:
—Lo vi en televisión o —Que chévere su papel, pero de ahí no pasa. No hay
un reconocimiento como actor.
En mi pueblo yo soy quien trata de hacerle homenajes a muchos paisanos por
medio de Teletrujillo, pero yo, soy una persona más que camina por las calles
de mi pueblo.
Tengo un canal de televisión local en donde registro los sucesos más
importantes de la ciudad. A la gente le gusta el canal y ver lo que sucede en su
pueblo. Me siento muy orgulloso porque en mi canal algunos de los jóvenes que
han trabajado conmigo hoy son comunicadores sociales de profesión.
Quiero realizar algunos talleres para quienes les guste la actuación y en
eso estoy, buscando los apoyos necesarios para poder invitar amigos actores
para que vengan también a dictar algunos talleres.
¿Qué decirles a los jóvenes que se ilusionan con esto de
la actuación?
Que perseveren, que trabajen duro pues muchos creen que ser actor es
cuestión de físico solamente y creen que la figura les va a llevar a la
televisión ya
¿Qué es para usted ser actor?
Un sueño cumplido. Pues desde la escuela donde realice mis primeras obras
de teatro a hoy soñaba con la televisión, pero luego que decía
—Que va, un montañero que va poder estar por allá y se me apagaban los
sueños. Pero mire usted he estado y estoy en la televisión gracias a mi pasión
por la actuación. La gente cree que los papeles llegan sin ningún esfuerzo. No,
hay que hacer casting, y no con uno sino con muchos otros que aspiran al papel.
Esto de ser actor no deja de tener momentos simpáticos. Alguna vez Darío
Ríos, otro trujillense que tiene la chispa acelerada, regó una noticia que
corrió en un santiamén por el pueblo.
Darío debía de asistir a una reunión y nada que llegaba al lugar
convenido. Estaba entretenido viendo
unos capítulos de una novela en la que Héctor Fabio participaba. Era un capítulo
en la que lo mataban.
Alguien llamó a Darío requiriendo su presencia para empezar la reunión. A
lo que Darío respondió:
—No he podido llegar a la reunión porque mataron a Héctor Fabio Paredes.
El caos se hizo entre los compañeros que le esperaban
— ¿Cómo que mataron a Paredes…no puede ser…
—decían angustiados.
—Sí, lo mataron —repetía Darío. —Yo
vi cuando lo mataron —confirmó
Le acaban de dar de baja en la novela que estoy viendo y por eso no he
llegado.
La carcajada fue general.
Seguiremos viendo a Héctor Fabio Paredes, caminando las calles de Trujillo.
La ciudad se gana un buen samaritano, un hombre que sabe lo que es la
solidaridad, pero esperamos que su talento actoral tenga el reconocimiento que
merece para que el nombre de la ciudad que ama, Trujillo, siga siendo
pronunciado como declaración de afecto a su actor.
#RevistaOccidental
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